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Miercoles 31 de abril 22:36 hrs

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domingo, 4 de abril de 2010

TERREMOTO DEL 85

El temblor, sismo, o mejor dicho terremoto de 1985 fue una de las experiencias más traumáticas que ha vivido nuestra ciudad. Aquel 19 de septiembre los habitantes de la ciudad de México despertamos a una realidad para la que nunca podríamos habernos preparado. Fue un momento terrible pero fue también un momento clave en el crecimiento de la sociedad mexicana. Todo el país, pero muy especialmente los capitalinos, nos demostramos a nosotros mismos que teníamos una capacidad de acción que superaba por mucho a cualquier organismo del gobierno. La sociedad civil, que durante años había permanecido al margen, despertó de golpe.
 
Recordemos que México es uno de los países del mundo con mayor actividad sísmica. Se registran más de 90 sismos por año con una magnitud superior a cuatro grados en la escala de Richter. Cabe mencionar que los estados con mayor riesgo sísmico, son: Jalisco, Colima, Michoacán, Guerrero, Puebla, Oaxaca y el Distrito Federal.

Para el año de 1985, la mayor devastación, por la magnitud y características de los daños, tuvo lugar en el Distrito Federal, especialmente en las Delegaciones de Cuauhtémoc y Venustiano Carranza, dos de las áreas más densamente pobladas de la Ciudad de México. Mientras en las áreas centrales de la ciudad, las ondas sísmicas tuvieron una aceleración cuatro veces mayor que las registradas en áreas periféricas. La estructura del subsuelo en esta parte de la ciudad y la composición topográfica y geológica perimetral determinaron una compactación diferencial de los sedimentos y licuefacción produciendo un sinnúmero de ondas que fueron activadas por la resonancia de las ondas sísmicas atrapadas en el Valle de México. El daño mayor ocurrió en esta área, al norte del Distrito Federal, precisamente localizada sobre la antigua zona lacustre donde estaba la vieja ciudad azteca de Tenochtitlán.

Para darse cuenta de la magnitud de este terremoto algunos observadores, la torre de ginecobstetricia y la residencia de médicos del Hospital General habían girado unos cuantos metros de su posición normal. Los movimientos oscilatorios de desplazamiento y la trepidación provocaron el colapso de edificaciones, especialmente en las edificaciones que tenían mayores de 5 pisos. Muchas de los inmuebles habían resistido el terremoto de 1957 y otros contaban con estructuras nuevas, acogidas a las normas de construcción antisísmica.

Es importante señalar que en un informe provisional del 2 de octubre, es decir, dos semanas después del sismo, la Comisión Metropolitana de Emergencia del D.F. señaló que cerca de tres mil edificaciones habían sufrido daños estructurales de algún tipo. En total 13 instalaciones hospitalarias quedaron destruidas total o parcialmente. Es preciso señalar que fueron las que tenían seis o más pisos de altura. La mayoría pertenecían al IMSS y al ISSSTE.

Solo bastaron dos minutos para que gran parte de la ciudad quedara en ruinas. El sismo de 8.1 grados en la escala de Richter y su fatal combinación de movimientos trepidatorios y oscilatorios devastó varias zonas de la capital. Miles de familias perdieron sus hogares y otros miles lesionados fueron atendidos, y si le sumamos que hubo demasiado gente muerta, con miles de edificios colapsados, la capital había quedado de una forma muy devastada en todos los ámbitos.
 
Un edificio de ocho pisos cerca de la colonia Roma se convirtió en montaña de escombros. El famoso multifamiliar Juárez, con sus hermosos murales de Carlos Mérida, desapareció también aquella mañana.
El rostro de nuestra ciudad cambió radicalmente y sus habitantes aprendieron una lección imposible de olvidar, y que cambiaria el resto de sus vidas.

Escrito por:
Morales Gutiérrez Manuel Rafael
Villa Rangel Tania Elizabeth


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